Cierto, tenía pensado hablar de otra cosa. Incluso preparé, con ayuda, mucha ayuda, -que todo hay que decirlo- de doctos investigadores, un minucioso estudio sobre el famoso ERE de Telefónica y lo caro que nos sale el teléfono a los españoles en comparación con otros ciudadanos europeos. Navegó también por mi cabeza comentar algo de los líos de los candidatos que aspiran a gobernar en la hermosa villa de Arzúa (por cierto, el queso es extraordinario... pero en aquel delicioso lugar algo más habrá que el queso para que todos se peleen de esa forma por ocupar un sillón que, según aseguran, tiene escasa remuneración pecuniaria). Sin duda, existió la tentación de redactar algunas líneas sobre esa boda real que conmocionó un planeta, acaso sólo justificada tanta expectación por los tiempos de angustia y desasosiego que se corren y la ausencia de valores humanos que nos lleva precisamente -como en el medievo- a adorar los fastos de la realeza más primitiva y de la oligarquía más desdibujada. Y hasta recapacité con calma sobre la polémica que en el foro político más "elevado" surge al amparo de la legalidad o ilegalidad de unas listas lectorales en el Pais Vasco (polémica tan inútil como estéril si de verdad creemos en la independencia de los poderes, y más en concreto en la independencia del poder judicial, base esencial de lo que algunos, cada vez menos, aun aseguramos y creemos que es la democracia). Y, sin duda, el dato del Paro que nos sitúa en los 5 millones de dramas personales y humanos, todos ellos de hondísimo calado, era lo que preferentemente dirigía mis razonamientos, y reforzaba mi enfado con una situación tan injusta como inmerecida que salpica y afecta siempre a los más débiles de una sociedad y mantiene a las élites al calor de la bonanza (pues que nadie se olvide que en tiempos de crisis, no se si los más ricos son más ricos, pero si estoy seguro que los más pobres son inmensamente más pobres) ...
Tenía claramente pensado hablar de otra cosa, pero un comentario inocente de mi hija me devolvió a la realidad más humana y más cercana: "las mamás deberían tener muchos días de celebraciones"...
Y el pensamiento entonces voló a aquel rostro que ahora apenas soy capaz de dibujar con recuerdos; a mi madre, muy semejante a la de muchos... Una mujer humilde, callada, con pocos estudios... Una mujer que vivió una guerra y una posguerra; que vivió el drama de la soledad quedándose viuda cuando apenas empezaba a vivir; una mujer que tuvo el arrojo de criar sola a tres hijos; que contaba el tiempo por las horas que podía trabajar en el día y que siempre eran más de las que uno podía sospechar; que sabía conciliar y tener tiempo de calidad para enseñar a sus cachorros que la gente debe valorarse por lo que lleva en el corazón y no en el bolsillo; una mujer que lloró de sana alegría cuando sus hijos alcanzaron los objetivos profesionales que ella no fue nunca capaz de imaginar; una mujer que hizo país, patria, sociedad; una mujer que vivió una República, una larga Dictadura, que saludó la democracia con sabia prudencia y callada alegría, y que en todos los tiempos supo estar; una mujer que murió como vivió, sin llamar la atención, casi de puntillas, de repente, como para no molestar...
El recuerdo de todo ello, de tantas enseñanzas y de tantos esfuerzos, de tanto cariño y tanta ternura, me lleva a pensar en las muchas mujeres que diariamente siguen a hacer lo mismo que hicieron otras muchas "madres" a lo largo de los siglos, como si fuera un rol obligado que se perpetua de generación en generación en el sexo femenino, y que los hombres nunca hemos sabido apreciar, valorar, y sobre todo, y esto es lo más importante, compartir... ¡compartir!
Sin duda esta reflexión en alto puede parecer "ñoña", pero hoy sigo sorprendiendome de la "madre" que educa, cuida, mima, forma a los hijos que compartimos... Esa "madre" que veo reflejada en otras muchas figuras, y que parece "reencarnación" de aquellas otras que ya nos han abandonado...
Nunca he creido que las conmemoraciones tengan más valor que el recuerdo puntual que nos obligue a reflexionar sobre determinadas cuestiones que no conviene olvidar; pero en este ocasión yo quiero hacer publica mi devoción, como estoy seguro que otros muchos, por su madre y por la madre que tiene a su lado... "Amor, para llamarte así, la eternidad me es corta", dijo una vez el poeta...
Tenía pensado hablar de otra cosa, pero...