El término "agradecer" se define como dar las gracias o mostrar gratitud por algún favor o beneficio recibido. Incluso en una segunda acepción, podríamos incorporar el concepto de "mostrar una cosa el efecto beneficioso de algo sucedido". Naturalmente, nuestro riquísimo diccionario y lenguaje (ese que algunos ahora se empeñan en mingunear, amparándose en la defensa a ultranza de la lengua de Shakespeare, por cuanto las virtudes del idioma de las Islas Británicas parece ser la panacea para la cura de todos los males económicos y profesionales... eso si, aun a costa de la ignorancia, de la traición y del olvido de la cultura propia) incorpora multitude matices al verbo citado y a los sustantivos que conforman la misma familia como agradecimiento y agrado. Y naturalmente, entre esa enorme diversidad, encontramos una sentencia elemental y precisa que no deja lugar a ninguna duda: "Es de agradecidos no olvidar la ayuda prestada por alguien en los momentos difíciles"... mensaje que bien se resume en el sonado refrán: "Es de bien nacidos ser agradecidos".
No pretendemos hacer un repaso de la semántica, que mejores lingüistas tiene el pais que este pobre alfrero de las palabras que, con dificultad, intenta escribir una pequeña reflexión.
Pero, en ocasiones, repasar los conceptos y los términos nos ayuda a entender muy bien la realidad.
Pues, por desgracia, en los últimos tiempo, y precisamente, al amparo y sombra de los partidos políticos, de quien gobierna o dirige, han surgido, como setas en otoño, multitud de "estómagos agradecidos" cuya función no es otra que ser "palmeros" del poder, y al tiempo que jalean las acciones y decisiones de aquellos a quienes "sirven", tienen como función extender el mensaje...
Y no voy a ser yo quien los critique. Naturalmente que ellos cumplen con el lenguaje (deben ser agradecidos y devolver la ayuda prestada... generalmente un "puestito" en algún sitio, una "recalificación", unas "prevendas", unos "contratos", u otras lisonjas semejantes), deben atender a quien tanto bien les hizo, y deben ser justos con la ética y los valores sociales (pues yo también defiendo que el agradecimiento es un valor moral y social que no debemos olvidar).
Pero esos "estómagos agradecidos" no pueden, ni deben, intentar racionalizar su agradicimiento. No pueden vestir de ideología su forma de actuar, no pueden vendernos la idea del bien común, no pueden justificar con argumentos su línea de actuación.
Cuanto más honesto sería decir la verdad... Y es que no hay servidumbre más fiel que la del estómago bien atendido.