lunes, 8 de agosto de 2011

ESTÓMAGOS AGRADECIDOS

El término "agradecer" se define como dar las gracias o mostrar gratitud por algún favor o beneficio recibido. Incluso en una segunda acepción, podríamos incorporar el concepto de "mostrar una cosa el efecto beneficioso de algo sucedido". Naturalmente, nuestro riquísimo diccionario y lenguaje (ese que algunos ahora se empeñan en mingunear, amparándose en la defensa a ultranza de la lengua de Shakespeare, por cuanto las virtudes del idioma de las Islas Británicas parece ser la panacea para la cura de todos los males económicos y profesionales... eso si, aun a costa de la ignorancia, de la traición y del olvido de la cultura propia) incorpora multitude matices al verbo citado y a los sustantivos que conforman la misma familia como agradecimiento y agrado. Y naturalmente, entre esa enorme diversidad, encontramos una sentencia elemental y precisa que no deja lugar a ninguna duda: "Es de agradecidos no olvidar la ayuda prestada por alguien en los momentos difíciles"... mensaje que bien se resume en el sonado refrán: "Es de bien nacidos ser agradecidos".
No pretendemos hacer un repaso de la semántica, que mejores lingüistas tiene el pais que este pobre alfrero de las palabras que, con dificultad, intenta escribir una pequeña reflexión.
Pero, en ocasiones, repasar los conceptos y los términos nos ayuda a entender muy bien la realidad.
Pues, por desgracia, en los últimos tiempo, y precisamente, al amparo y sombra de los partidos políticos, de quien gobierna o dirige, han surgido, como setas en otoño, multitud de "estómagos agradecidos" cuya función no es otra que ser "palmeros" del poder, y al tiempo que jalean las acciones y decisiones de aquellos a quienes "sirven", tienen como función extender el mensaje...
Y no voy a ser yo quien los critique. Naturalmente que ellos cumplen con el lenguaje (deben ser agradecidos y devolver la ayuda prestada... generalmente un "puestito" en algún sitio, una "recalificación", unas "prevendas", unos "contratos", u otras lisonjas semejantes), deben atender a quien tanto bien les hizo, y deben ser justos con la ética y los valores sociales (pues yo también defiendo que el agradecimiento es un valor moral y social que no debemos olvidar).
Pero esos "estómagos agradecidos" no pueden, ni deben, intentar racionalizar su agradicimiento. No pueden vestir de ideología su forma de actuar, no pueden vendernos la idea del bien común, no pueden justificar con argumentos su línea de actuación.
Cuanto más honesto sería decir la verdad... Y es que no hay servidumbre más fiel que la del estómago bien atendido.

miércoles, 3 de agosto de 2011

NO NECESITAMOS HEROES

Puede que a algunos, especialmente a aquellos que viven -y muy bien- de vendernos estereotipos e iconos, les resulte extraño, e incluso pecaminosa la afirmación... pero, es cierto, ¡no necesitamos heroes!
No, no necesito, ni usted, ni aquel que tan siquiera se digna a leerme pues considera que lo que escribo es sólo basura, mediocridad o lirismo utópico... no, no necesitamos heroes. No necesitamos salvadores de la patria, no necesitamos políticos con ocurrencias grandiosas (o grandilocuentes), no necesitamos ídolos que nos guien por el camino, no necesitamos pastores, ni salvadores, ni referentes...
No... que no, que valemos mucho. Que los españoles, como el resto de género humano (en líneas generales), somos estupendos, y honrados, y colaboradores, y trabajadores, y esforzados, y valiosos, y buenas personas,...
Que no quiero que nadie venga a decirme que me va a sacar, por su grandeza y ocurrencia, de la crisis. Que eso lo haremos entre todos, pues estoy seguro de que lo lograremos... que el pueblo puede, que somos muchos y muy buenos, y ellos, los otros, los que juegan con los intereses de toda una sociedad para obtener pingües beneficios son... y apelo al dicho, pocos y muy, muy cobardes.
Que como si fuera un partido de la Roja... ¡podemos!..
Me da igual que me tilden de idealista; ojalá no muera nunca el idealismo, ni los poetas, ni la ternura, ni el amor inocente, ni el compañerismo entregado, ni la gratitud infinita, ni la generosidad sin límites... Esos son los valores que todos aprendimos en nuestra juventud, y me niego a creer que mi madre (como tantos otros padres) se equivocaron en su tarea de educar...
Que no, que tenemos, tengo y teneis, cada uno de nosotros, la capacidad extrema de cambiar las cosas... y que no necesitamos salvadores....
Por favor, que no nos tomen el pelo. Somos lo suficientemente maduros para entender que esos estereotipos no son la solución...
Nosotros podemos cambiar el mundo... Hagámoslo. O al menos, intentémoslo y dejemos a nuestros hijos el orgullo y la valiosa enseñanza de haber sido valientes en el empeño. Puede que al final no tengan otra herencia... pero, ¿puede haber algo mejor?
Yo, al menos, apostaré por vivir de pié y que mis hijas crean y confirmen que su heroe, su icono, su referencia, fue alguien que no creyó en los heroes...