jueves, 31 de julio de 2014

LAS SENTENCIAS INÚTILES

Supongo que no es culpa de los profesionales de la jurisprudencia; quiero creer y creo a "pies juntillas" que aplican la norma y el reglamento con absoluta honestidad, y hasta acepto que gran parte del problema radica en la escasa importancia que el "pueblo" damos a eso que se llama legislar y que compete a uno de los tres poderes, vértice esencial de la vida en libertad...

Lo se, puede que no haya otra solución con las normas y el derecho que nos hemos otorgado entre todos... Pero, ¡cuantas sentencias inútiles hay en este país!

La última de ellas tiene como protagonista a un curioso personaje de nuestra historia más cercana; a Don José Luis Baltar; a ese extraordinario prohombre que ha acuñado una nueva forma de sucesión, la Diputación hereditaria.

La jueza Caterina González, titular del juzgado penal número uno de Ourense, considera al expresidente Baltar Pumar culpable de un delito de prevaricación por la contratación de 104 personas en el 2010 (sólo en ese año) y lo condena por ello a la pena de nueve años de inhabilitación para el desempeño de cargos públicos. Afirma incluso en la sentencia que la gravedad del comportamiento de Don José Luis  fue tan exagerado que llegó a considerar la Diputación como una empresa privada de su titularidad. La pena final: nueva años de inhabilitación para cargos públicos.

Inhabilitación... a el que dejó en herencia su cargo a su propio hijo.

Inhabilitación... a el que fue más de 20 años el dominador de una provincia en la que nada se hacía sin su permiso.

Inhabilitación... a el que ya hace tiempo se encuentra "gozosamente jubilado".

Y me pregunto yo... ¿y los 104 enchufados que accedieron a puestos en ese año 2010 y que le privaron a otras personas que les superaban en méritos y capacidad? ¿Y el coste económico que eso generó para las arcas públicas y que pagaron todos los ciudadanos de la provincia? ¿Y los beneficios o réditos electorales que se generaron de esa red de clientelismo?...

Supongo... ¡perdón! ... estoy seguro, que las sentencias de nuestros magistrados son siempre justas. Y posiblemente hoy hemos ganado una batalla moral, la batalla de la ética. Pero una vez más, pierde la razón, el sentido común, y la obligación de resarcir el daño causado a una sociedad que tiene que sufrir muchos, demasiados, políticos que más parecen señores feudales del medievo.

Y Don José Luis se plantea si recurrirá la sentencia... ¡Manda carallo! ... que dirían en mi tierra.

Necesariamente debemos darle la vuelta al país.







LAS SENTENCIAS INÚTILES

Supongo que no es culpa de los profesionales de la jurisprudencia; quiero creer y creo a "pies juntillas" que aplican la norma y el reglamento con absoluta honestidad, y hasta acepto que gran parte del problema radica en la escasa importancia que el "pueblo" damos a eso que se llama legislar y que compete a uno de los tres poderes, vértice esencial de la vida en libertad...

Lo se, puede que no haya otra solución con las normas y el derecho que nos hemos otorgado entre todos... Pero, ¡cuantas sentencias inútiles hay en este país!

La última de ellas tiene como protagonista a un curioso personaje de nuestra historia más cercana; a Don José Luis Baltar; a ese extraordinario prohombre que ha acuñado una nueva forma de sucesión, la Diputación hereditaria.

La jueza Caterina González, titular del juzgado penal número uno de Ourense, considera al expresidente Baltar Pumar culpable de un delito de prevaricación por la contratación de 104 personas en el 2010 (sólo en ese año) y lo condena por ello a la pena de nueve años de inhabilitación para el desempeño de cargos públicos. Afirma incluso en la sentencia que la gravedad del comportamiento de Don José Luis  fue tan exagerado que llegó a considerar la Diputación como una empresa privada de su titularidad. La pena final: nueva años de inhabilitación para cargos públicos.

Inhabilitación... a el que dejó en herencia su cargo a su propio hijo.

Inhabilitación... a el que fue más de 20 años el dominador de una provincia en la que nada se hacía sin su permiso.

Inhabilitación... a el que ya hace tiempo se encuentra "gozosamente jubilado".

Y me pregunto yo... ¿y los 104 enchufados que accedieron a puestos en ese año 2010 y que le privaron a otras personas que les superaban en méritos y capacidad? ¿Y el coste económico que eso generó para las arcas públicas y que pagaron todos los ciudadanos de la provincia? ¿Y los beneficios o réditos electorales que se generaron de esa red de clientelismo?...

Supongo... ¡perdón! ... estoy seguro, que las sentencias de nuestros magistrados son siempre justas. Y posiblemente hoy hemos ganado una batalla moral, la batalla de la ética. Pero una vez más, pierde la razón, el sentido común, y la obligación de resarcir el daño causado a una sociedad que tiene que sufrir muchos, demasiados, políticos que más parecen señores feudales del medievo.

Y Don José Luis se plantea si recurrirá la sentencia... ¡Manda carallo! ... que dirían en mi tierra.

Necesariamente debemos darle la vuelta al país.







martes, 29 de julio de 2014

Dinero antes que banderas...

Creo poco... muy poco en las banderas. Si acaso los únicos colores que aun me encienden, como si fuera un adolescente "preñado" de hormonas, son el blanquiazul de mi Depor... y últimamente -entre deudas y otros avatares- tampoco estos despiertan muchas pasiones en el verde de Riazor...
Considero además que las banderas son fruto de un proceso histórico evolutivo y lo que es hoy, dentro de mil años nada será o aparecerá como algo muy distinto.
Creo más en el ser humano, en el concepto de mundo y universo, en la integración con el medio.... Y afirmo rotundamente, y en eso algo te enseña el peso de la experiencia, que te unen más cosas con "esos otros" que diferencias te separan.
Y, finalmente, tengo como esencia de mi comportamiento aprender a ser mejor a través de los demás, de las culturas y las diversidades... Pero entiendo el nacionalismo como un elemento hermoso de la conciencia social del ciudadano (pues nada malo hay en sentir orgullo de la propia identidad) aunque no sea algo que a mi de identifique plenamente. 
Por eso, por ser como soy, me costaba mucho entender esa "guerra abierta" entre nacionalistas españolistas y nacionalistas catalanes. Unos y otros blandían -en el paroxismo de la idiotez, manifestación del carácter que empieza a ser endémica entre nuestra clase política- argumentos tan inútiles, insensatos y mentirosos que debían ser fáciles de contestar... Pero, amparados por un ambiente de crisis y necesidades, supieron muy bien vender entre sus fieles, entre su rebaño ideológico, la necesidad de enarbolar banderas ante la ofensa del contrario. Y, no es nuevo en la historia especialmente en tiempos difíciles y cuando la inoperancia y la ineptitud de los dirigentes no aportan soluciones a los pueblos, que el nacionalismo creciera de forma exagerada entre aquellos que lo prostituyen para obtener beneficios... Insisto, nacionalismo de uno y otro bando...
Pero como nos sucede a todos los que amamos la historia, sabíamos que finalmente las cuestiones acaban clarificándose al fulgor del devenir...
Y apareció que el color verdadero, aquel que unos y otros sentían como propio, no era el rojo y gualda de la enseña española y der la señera catalana (que por cierto, hasta comparten cromatidades), sino otro bien distinto...
Familia Pujol, personajes de CIU, empresarios y políticos catalanes; Barcenas, Álvaro Lapuerta, Ángel Sanchís, Sepúlveda, Correa... Puestos a escoger parece que los hechos demuestran que los colores que más sienten son los de los billetes... los del dinero...  y que la patria, ese término del que tanto se llenan la boca, no está en esta extraña y confusa piel de toro, sino en las Islas Caimán, en Andorra, en Suiza o en cualquier otro paraíso del mundo...
Y mientras a los ciudadanos nos siguen alimentando con ese circo del conflicto nacionalista. Y al ciudadano, al ciudadano inteligente, lo que de verdad le importa es que sus hijos no tengan que emigrar, que no existan más desahucios, que el paro desaparezca... Y al final, si unos colores tienen que vencer que sean en todo caso los de mi Depor... los colores blanco y azul...

viernes, 25 de julio de 2014

¡Que no muera nunca la inteligencia!

De todos es sobradamente conocido aquel episodio y aquel grito, brutal, estúpido, ignorante y lamentable... aquella sentencia irracional que marcó toda una época: ¡Que muera la inteligencia!....
Hoy, algunos, se empeñan, amparados en no se que criterios o justificados por dogmas ideológicos que mucho tienen que ver con la ignorancia de la historia, en abanderar de nuevo ese grito...
Muchos, auspiciados por el poder de los medios, por la presión del sistema y del dinero, del todopoderoso dinero, siguen defendiendo ese terrible reclamo brutal que manda asesinar la inteligencia, la imaginación, la creatividad y la frescura, ante el peligro de ruptura del sistema establecido....
Y muchos, muchísimos, ven en esos antisistemas (movimientos como el 15-M, como PODEMOS, figuras como Pablo Iglesias, o alternativas sociales o vecinales que surgen por doquier) un peligro para el stablishment y ordenan mutilar esas iniciativas como si fueran la representación de la maldad, del totalitarismo, del terrorismo más cruel o de la anarquía más dramática...
Y a mi, que ya peino más canas que pelo, y que estoy más cerca del final que del principio, me cuesta mucho dejarme seducir por novedosos cantos de sirena que, naturalmente también debe ser analizados desde una profunda reflexión moral y desde una realidad histórica y social profunda...
Pero que los "palmeros" del sistema -esos que viven a costa del idilio y del halago permanente al poder sin importarles lo más mínimo el resto  de la sociedad, esto es, los "sostenedores"- griten con toda su fuerza y nos intenten imponer que esos "nuevos cantos" debe ser cercenados porque atentan contra lo establecido.... me enfada, me irrita y me recuerda aquella vieja sentencia, tan dramática para este país, que se empeñó en "matar la inteligencia"...
No se si la solución está en el asociacionismo independiente, o en el 15-M, o en la espontaneidad y la frescura de los jóvenes con alternativas distintas, o en ese irreverente y acaso un poco dogmático Pablo Iglesias y su crítica a la casta.... Sinceramente, no se donde está la solución...
Pero me gusta que esta piel de toro alimente nuevos esquemas, nuevas teorías y nuevas formas de ver la vida, de enfrentar los problemas y de cuestionar la realidad social, la injusta realidad social que nos toca vivir...
Seguramente al final nadie tenga la razón absoluta... Pero bendita inteligencia que ampara a tantos a plantearse nuevas iniciativas... Bendita inteligencia que rompe con aquello que no ha funcionado y que permanentemente obliga a millones de personas a estar sometidas al poder del capital y de los mercados... Bendita inteligencia que alimenta la reflexión y la duda continua...
Desde mi ignorancia, bendita inteligencia... Solo aquellos que son más ignorantes que yo podrán condenar esa virtud tan maravillosa...
 

¿Dónde está el límite?

Una única y pequeña reflexión... Escucho los debates, leo los periódicos, observo y analizo las opiniones vertidas en todos los medios de comunicación y compruebo, lamentablemente, que la critica se confunde de forma exagerada con el menosprecio, la calumnia y el insulto fácil... ¿dónde está el límite que establecía la sensatez, el decoro, la educación y -sobre todo- la honestidad?... Muchos, casi todos, han perdido esos límites