LAS SENTENCIAS INÚTILES

Supongo que no es culpa de los profesionales de la jurisprudencia; quiero creer y creo a "pies juntillas" que aplican la norma y el reglamento con absoluta honestidad, y hasta acepto que gran parte del problema radica en la escasa importancia que el "pueblo" damos a eso que se llama legislar y que compete a uno de los tres poderes, vértice esencial de la vida en libertad...

Lo se, puede que no haya otra solución con las normas y el derecho que nos hemos otorgado entre todos... Pero, ¡cuantas sentencias inútiles hay en este país!

La última de ellas tiene como protagonista a un curioso personaje de nuestra historia más cercana; a Don José Luis Baltar; a ese extraordinario prohombre que ha acuñado una nueva forma de sucesión, la Diputación hereditaria.

La jueza Caterina González, titular del juzgado penal número uno de Ourense, considera al expresidente Baltar Pumar culpable de un delito de prevaricación por la contratación de 104 personas en el 2010 (sólo en ese año) y lo condena por ello a la pena de nueve años de inhabilitación para el desempeño de cargos públicos. Afirma incluso en la sentencia que la gravedad del comportamiento de Don José Luis  fue tan exagerado que llegó a considerar la Diputación como una empresa privada de su titularidad. La pena final: nueva años de inhabilitación para cargos públicos.

Inhabilitación... a el que dejó en herencia su cargo a su propio hijo.

Inhabilitación... a el que fue más de 20 años el dominador de una provincia en la que nada se hacía sin su permiso.

Inhabilitación... a el que ya hace tiempo se encuentra "gozosamente jubilado".

Y me pregunto yo... ¿y los 104 enchufados que accedieron a puestos en ese año 2010 y que le privaron a otras personas que les superaban en méritos y capacidad? ¿Y el coste económico que eso generó para las arcas públicas y que pagaron todos los ciudadanos de la provincia? ¿Y los beneficios o réditos electorales que se generaron de esa red de clientelismo?...

Supongo... ¡perdón! ... estoy seguro, que las sentencias de nuestros magistrados son siempre justas. Y posiblemente hoy hemos ganado una batalla moral, la batalla de la ética. Pero una vez más, pierde la razón, el sentido común, y la obligación de resarcir el daño causado a una sociedad que tiene que sufrir muchos, demasiados, políticos que más parecen señores feudales del medievo.

Y Don José Luis se plantea si recurrirá la sentencia... ¡Manda carallo! ... que dirían en mi tierra.

Necesariamente debemos darle la vuelta al país.







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