sábado, 27 de abril de 2024

¿QUÉ MÁS COSAS ME CUENTAS?

 

¿QUÉ MÁS COSAS ME CUENTAS?

La mira absorto mientras le habla. Ella sonríe, gira la cabeza, y sus ojos vuelan de su rostro al entorno. Le narra sin límites y con todo lujo de detalles, arrebatada por un profundo entusiasmo, un sinfín de anécdotas de su nuevo trabajo. Las palabras brotan a raudales, sumergidas en un torbellino infinito de alegría, y la vivacidad de su rostro luminoso inunda la tarde para llenarla de magia.

Sin tregua, con exceso y profusión, une los temas y las cuestiones. Solo deja de hablar, momentáneamente, para refrescar sus labios con la copa de vino blanco que le han servido. Y la conversación gira hacia otras cuestiones.

Pero realmente no le importa. Hace mucho tiempo que ha dejado de escucharla. Hace tiempo que no la oye, que no es capaz de seguir su relato, de atender sus palabras. Hace mucho tiempo que se ha sumergido en su delirio, en la grandeza de su belleza, en la icónica atracción de su imagen.

Y aunque intenta regresar a la realidad no es capaz de lograrlo. Está preso de ella. Completamente sumido en la total fascinación, inmerso en el magnetismo que irradia, atónito y cautivado por la perfecta seducción, y ya no intenta buscar una salida. Sabe que va a ser eternamente esclavo de ese magnetismo y que nunca podrá ser capaz de escucharla.

Por eso, sabedor de que ya no es él, recurre a lo aprendido socialmente. Y devuelve las sonrisas, Y hace movimientos afirmativos con la cabeza de forma mecánica. Y aspavientos de admiración y asentimiento. Muecas continúas, demostraciones plenas de arrebatadora alegría, gesticulaciones que ayuden a continuar la conversación.

Pero él no está allí. Está ahogado en el afecto y la emoción. Arrastrado y cautivo por la magia de aquella figura que lo posee plenamente, que lo domina subyugado y seducido.

Y es en ese momento –mientras se encuentra dulcemente entregado al sentimiento y sin entender el discurso pues las palabras no pueden romper las dulces ataduras de la sumisión emocional- cuando se produce el silencio…

Y cómo si fuera un estertor último de la supervivencia, un intento vacío por la salvación, surge de su boca:

-Y, ¿qué más cosas me cuentas?

Y de nuevo, vuelve a hundirse en la pasión sumisa del silencio y del dulce sosiego que le provoca tanta perfección.  Vuelve a entregarse a ella, a ser cautivo y siervo de sus encantos…

Y en la escasa lucidez que aun sobrevive piensa en las frases que debe traer ensayadas para el próximo día.    

 

 

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