SOMOS LOS MISMOS
Lo amaba. Profundamente, como nunca lo hizo conmigo. Con entera devoción y entrega absoluta, admiración solemne y meditada. Era fácil darse cuenta. Sonreía profundamente, irradiaba felicidad, se le notaba ansiosa e ilusionada. Era completamente dichosa como yo nunca la había visto.
Cuando lo descubrí ella no lo negó. Pero decidió quedarse a mi lado... había una familia, un proyecto de vida, unas décadas de convivencia en las que se había construido un proyecto. Y eso tiene mucho peso.
Ahora sigo alimentando la nostalgia para mantener viva esa infinita ilusión que tanto bien le hace.
Le dejo notas anónimas en el buzón de casa, o le envío flores o bombones al trabajo, o desde otro teléfono le sigo escribiendo mensajes de profunda devoción. En ocasiones, un libro o una botella que le dejo en la puerta del coche junto a una nota en el parabrisas.
Ella nunca me cuenta nada, sigue pensando que es él... que no se ha ido del todo... Y yo la veo feliz, radiante, alegre, ilusionada y entregada a considerar que la vida es tan hermosa...
Quizás él no se haya ido del todo... quizás yo sea ya una parte de él...quizás ya somos los mismos... quizás el amor verdadero es entender la grandeza de crear la felicidad en la persona a la que amas... ¿Quizás amar verdaderamente no sea otra cosa que buscar tan solo la plena felicidad del otro?
Hoy comenzaré un libro de relatos que le enviaré diariamente por correo electrónico. Estoy seguro que eso le cautivará.
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