VIERNES

VIERNES

No. Los viernes eran maravillosamente increíbles.

Él solía venir contento del bar. Cerraba la Oficina al mediodía y comía con los amigos. La sobremesa, a menudo, se prolongaba. Pero siempre estaba en casa para cenar.

 Yo le hacía, como era costumbre, la tortilla con pimientos que tanto le gustaba. Y naturalmente le abría la botella de Ramón Bilbao. Él, solía decir, que un hombre debía beber Rioja.

Yo también tomaba una copita. Me ayudaba a estar más animada. Luego recogía la mesa y la cocina. Veíamos un poco la televisión y, finalmente, hacíamos el amor. Con mucha intensidad. Él me amaba como si yo fuera única.

Los viernes nunca me pegaba ni me gritaba y, además, me hacía sentir deseada. Los viernes eran distintos.

 Debían ser todos los días de la semana viernes.

 

Comentarios

Entradas populares