UN DEFECTO COMO OTRO CUALQUIERA
UN DEFECTO COMO OTRO CUALQUIERA
Solo distingo el cielo gris y plomizo desde lo alto de la silla en la que estoy subido. Son demasiados días sin que me llame.
La cuerda me aprieta el cuello pero no me atrevo a derribar de una patada lo poco que me une a la vida. Durante un instante pienso en la fragilidad de las situaciones y miro el móvil que está sobre la mesa. Prolongo la mirada un instante, como queriendo darme una nueva oportunidad. Soy un cobarde. No me atrevo. El móvil no suena. Y me repito… soy un cobarde…
Y de pronto, no sé cómo, derribo la silla. Mi cuerpo se balancea. Mis manos agarran mecánicamente la soga. Siento que se me escapa el aire y que se me nubla la vista. El calor me abrasa y noto que comienzo a orinarme.
De pronto, en aquel infinito éxtasis dramático, suena el móvil. Apenas soy capaz de desviar mis ojos a la pantalla pues todo en mi parece escaparse. Distingo con dificultad su nombre… Nunca fue puntual. Un defecto como otro cualquiera.
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