DESVÁN

 Hacía muchísimo que no subía hasta allí. Un lugar donde amontonas lo que parece banal, fruto de la ensoñación y del recuerdo, tiene poca utilidad en la monotonía cruel y sostenida de la vida. Pero la desesperación y la angustia en la búsqueda de respuestas condujo mis pasos inexorablemente hasta aquel lugar. 

La oscuridad plena lo dominaba todo pero bastó acostumbrar las pupilas a la penumbra para ir comenzando a descubrir aquel tesoro. Mirases a donde mirases, surgían los recuerdos que, celosamente guardados, vivían escondidos la existencia que la realidad no les permitió tener.

En una esquina, muy cerquita de aquel viejo caballo de madera que había hecho el abuelo, se escondían cientos de sonrisas, y abrazos eternos con mamá y una tarta de cumpleaños de nata coronada de docenas de rojas fresas, y chocolate con churros en El Timón todas las tardes, y excursiones de domingo a San Amaro con tortilla y files empanados en fiambrera metálica. 

Debajo del ventanal que estaba tapiado, cerca de las ajadas páginas de mi cuarteado diario adolescente asomaban aquellos cientos de besos que se perdieron  y las imágenes de la playa abierta coronada de tiendas de campaña y jóvenes que se sentían libres y poderosos.

Roto el cristal del cuadro que enmarcaba mi título universitario se amontonaban noches de delirio, de contradicciones, de pasiones vividas y la rebeldía como insignia luminosa. Aspiraciones ocultas de doctrina universitaria, de investigaciones históricas, de ilusiones epistolares y de apuestas literarias.

Las telarañas y el polvo cubrían reconciliaciones familiares, sueños prohibidos, viajes preñados de historia, rimas grandiosas de célebre poeta, reflexiones para la vida, deseos filiales, una segunda existencia e incluso una camiseta histórica de un Deportivo que habría sido Campeón de Europa.

Y al fondo, junto a la vidriera oscurecida por el paso pertinaz de los años, un alma gemela que invitaba a soñar toda una vida, a huir de la tiranía del destino, a intentar acariciar la perfección. Un sueño tan grandioso como imposible pero que arrojaba la claridad de la grandeza infinita del Paraíso. Una ilusión con sabor a océano y a excelencia. un alma y un sueño eterno con ansia sublime de ser y ser y ser, sin trabas ni ataduras.

Y aquel descubrimiento arrojó tanta paz que... no quiero bajar del desván de los momentos que podría haber vivido... 

 

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