RUTINA

Se ha vuelto una rutina. La más hermosa de las rutinas.

Cada mañana me aseo, cojo el autobús y me desplazo hasta el centro. Allí, al llegar, siempre me sonríe Marga, esa chica joven que tiene los mismos ojos vivarachos de mi nieta, la que es abogada en Madrid.

Entro en el salón y la veo, distraída, ojeando una revista.

 Siempre discreta, siempre elegante, siempre hermosa.

Acerco una silla. Hablamos. A veces, me levanto para cogerle una infusión, otras veces un café muy claro, con mucha leche.

Según pasan las horas, la conversación se hace más amena. Nos reímos. Disfrutamos. Entre sonrisa y sonrisa, saco un hoja escrita. Es un relato. Su relato diario. Se lo leo. Ella deja caer una lágrima. Esquiva y perdida... Una lágrima

Siempre se emociona. Siempre le encanta... Luego volvemos a nuestras confidencias. 

 Al atardecer, cuando el cansancio le nubla parte del sentido, me despide con un dulce beso en la mejilla.

Mañana será otro día. Sé que debo tener paciencia. Sobre todo durante la primera media hora... ese tiempo cada vez más largo en el que no sabe quien soy y en que, a cada pregunta que le hago, aparecen unos ojos angustiados llenos de desconfianza y desasosiego... Luego, cuando empiece a reconocerme, vendrá la rutina... la más hermosa de las rutinas. 

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