TOBOGÁN
Estoy en lo alto del tobogán y miro el suelo a lo lejos. Me parece muy lejano. Muy, muy lejano.
Tu me sonríes y me abres los brazos mientras me animas a tirarme.
Y yo pienso. Acabar la guardería y el colegio. Y ser un buen adolescente y alejarme de los peligros, y de las drogas, y de las malas influencias, y de la desidia por los estudios y ser solidario y justo y comprensivo. Y entender a papá cuando discute contigo. Y a ti, cuando miras con esa extraña desilusión a papá al quedarse dormido en el sofá los domingos por la tarde.
Y luego la Universidad. En estudiar algo que no me satisfaga pero que me garantice un trabajo digno. Un trabajo que nunca me valdrá para poder pagarme un piso donde yo desee. Y en enamorarme de quien menos me desencante. Y en tener hijos... y en animarlos a que se tiren del tobogán con los abrazos abiertos y con una sonrisa llena de desesperanzas...
Y....
Y....
Y... me tiro... porque aun con todo, la vida parece una aventura que quizás me pueda apasionar.
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