AMOR APASIONADO

 “Hasta la próxima luna llena”, susurró ella antes de desaparecer entre los árboles.

Era hermosa, distinta, especial, atrayente...

Nos acabábamos de conocer en aquella fiesta que organizaba la asociación de vecinos que intentaba recuperar el robledal.

Habíamos coincidido alguna vez por el pueblo en los días que nos acercábamos, esporádicamente, para comprobar que la rehabilitación de la aldea era de verdad un hecho.

Sabía que vivía en la ciudad. Yo en otra cabecera de comarca. 

Habían sido sólo algunas miradas. Luego esa tarde festiva. Los dos bebimos demasiada aguardiente. 

Yo pensé que era una despedida romántica y me marché, confiado, en volver a encontrarme con ella. 

Por la noche observé en mi brazo la marca roja de un mordisco. No voy a negar que hubo algo de ansiedad, de locura y de pasión en aquel escarceo escondido detrás de los robles.

 Esa noche dormí inquieto.

Por la mañana al mirarme al espejo, vi que mis ojos ya no eran del todo míos y que un extraño  y oscuro vello me comenzaba a cubrir todo el cuerpo.

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