POBREZA

El auditorio aplaudía a rabiar. 

Era fácil para todos ellos creer en lo que afirmaba el orador. Habíamos llegado a una sociedad en la que eran necesarios los pobres. Tan esenciales que sin ellos no podían existir ricos. Y para sustentar ideológicamente lo que se articulaba en la realidad diaria era preciso incluso fomentar un discurso lógico que alimentase las "virtudes" de la pobreza.

Y ¡cómo no! era un gran estímulo para el raciocinio y la inteligencia, una estimulación constante para resolver problemas esenciales de supervivencia como el comer, como el como adquirir bienes esenciales o como atender las cargas sociales derivadas de existir.

También permitía crear un profundo tejido social que hacía comunidad. Los pobres estaban obligados con quien en un momento dado les ayudaba y surgían, en consecuencia, redes de conexión personal que obligaban de por vida. Eso es comunidad social.

Fomentaba y estimulaba el carácter. No hay nada que espolee y forje más el carácter que el sufrimiento, el sacrificio, la mortificación y la renuncia a los placeres que nos esclavizan y sacrifican nuestra voluntad haciéndonos esclavos de nuestros sentidos. 

Inducía a la creatividad  pues la imaginación debe suplir las carencias materiales y físicas con otras posibilidades y soluciones.

Cada argumento del orador era seguido por un rumor intenso y una gran afirmación en el auditorio. Finalmente llegó la sentencia:

"En conclusión, la pobreza es casi un privilegio... y nosotros, por nuestra condición social, estamos renunciando a vivirlo". 

Una atronadora ovación inundó la sala ratificando eso de que la pobreza era maravillosa… argumentos irrefutables... que sólamente no compartían los pobres... egoístas pobres que gozaban de ese enorme privilegio que nunca tendríamos los sufridos ricos.

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