SER OTRO
Me han aceptado con total normalidad.
Es cierto que tengo un ladrido débil y que no encajo en el perfil del perro tradicional.
Pero todo son buenas formas. Mis dueños me cuidan y están apostando por un adiestrador canino para conseguir de mí lo que aparentemente me resulta complejo.
A veces se sorprenden de mi falta de olfato, de mi escasa capacidad auditiva, de mis dificultades para seguir los rastreos.
Incluso observan que muevo poco la cola y que soy muy sibarita con la comida.
Pero nada de ello me preocupa. Lo que realmente me angustia es que se den cuenta de que en realidad soy un gato.
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