EL GRAN RECLAMO
Nunca le habían gustado los circos pero desde que tenía a su hija era obligadas estas citas con el espectáculo.
Lo habían anunciado en todas partes. Hologramas, androides y criaturas diseñadas en laboratorio. Pero además presentaban algo muy difícil de ver: la gran atracción de la noche era algo único que seguro que sorprendería a su familia
Todo estaba preparado para una noche mágica. Las luces se apagaron, el público contuvo la respiración y, en el centro del escenario, apareció… un ser humano de carne y hueso. Caminaba, respiraba, sudaba. La multitud lo observaba con fascinación, como si contemplara un milagro.
El presentador anunció con voz solemne:
—¡Con ustedes… el último humano auténtico!
La ovación fue ensordecedora. El hombre sonrió tímidamente, pero antes de que pudiera hablar, su hija preguntó en voz alta:
—¿Y hace trucos… o solo está ahí?
Y el silencio se rompió en una carcajada atronadora.
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