AMOR DE MADRE

 Oigo la puerta abrirse. Es tarde pero por la forma en que deja las llaves sobre el recibidor no me produce ninguna inquietud. Hacía ya casi quince días que no lo veía.

Oigo sus pasos acercarse a la cocina y abrir la nevera. Yo sigo acostada haciéndome la dormida. Confío en que venga a darme un beso y en ese momento haré que me despierto.

Esta vez se demora algo más de la cuenta. Le oigo abrirse una cerveza y comer algo. Tengo tanta ganas de verlo, lo extraño tanto... pero sé que él no es muy afectuoso y debo entenderlo. 

Nerviosa, me arremolino en la cama buscando una posición más cómoda. Tengo que reconocer que comienzo a estar muy mayor. Quizás tenga razón mi hija y acaso debería comenzar a hacer algo de rehabilitación... pero tengo tan pocas ganas de todo.

Noto como se acercan los pasos. Se abre la puerta y veo que Luis, mi hijo, se acerca a la cama. No espero ni a que me bese o me coja la mano. Ya me despierto y le sonrío. El coge la silla y se acerca a mi. Hablamos y me cuenta que tiene un nuevo trabajo... que esta va ser su verdadera oportunidad. 

Lo veo delgado y demacrado. Le pregunto si necesita algo... le insisto... le digo que si tiene dinero. El, comienza a alborotarse y me recrimina mis preguntas.

-¿Crees que he venido a verte por eso?.- y enfadado añade.- Todos pensais que soy un interesado pero no es así. Anda duérmete. Si puedo, la semana que viene, vengo con más calma y comemos juntos. 

Me da un beso en la frente y me arropa.

Lo oigo alejarse. Distingo que cuando coge las llaves y antes de abrir la puerta de casa para irse regresa al salón y abre un mueble. Luego, con pasos rápidos, regresa a la puerta que se cierra bruscamente.

Sonrío. Ya puedo dormir tranquila. Hice muy bien en ir hoy al Banco y sacar mil euros de la pensión y colocarlos en el cajón del aparador. Ahora sé que al menos esta semana él tendrá un colchón.

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