PERSPICACIA
I
No paro de discutir con mi madre. No hay quien la aguante. Además se ha empeñado en negar dos evidencias. La primera que estoy enamorado; ella dice que no… que no es cierto. Que sólo me atrae Belén. Que es sólo algo físico y que además a ella no le parece una buena chica, o al menos una chica sincera.
¡Qué sabrá ella del amor! Si hace años que no le veo hacerle una caricia a papá o robarle un beso. Bueno, tampoco papá pone mucha intensidad. De hecho es él siempre el que le repite lo de “que corra el aire”, y se separa de mamá todo lo que puede. Y en cuanto hay una ocasión para bajar al bar a tomar unas cañas con los amigos, o subirse a la bici para pedalear (¡ni que fuera a ganar el Tour de Francia a su edad!... con la barriga que tiene tendría su mérito) le falta tiempo para irse de casa…
Aunque mamá se quede sola. Tristemente sola.
Pero mamá está insoportable. Y lo que peor llevo es que niegue, rotundamente niegue, que soy muy perspicaz. Y es que soy muy perspicaz. Creo que es un don que el cielo me ha regalado. Soy muy perspicaz… Lo juro.
Soy capaz de percatarme de todo aquello que le pasa inadvertido a los demás. Poseo la rapidez o facilidad para entender y captar la naturaleza oculta de las cosas, especialmente de las confusas o complicadas, de un modo rápido, claro y acertado, o para pensar con rapidez e ingenio la respuesta a una pregunta, la solución a un problema o a una dificultad… pero sobre todo, tengo la capacidad, observando a los demás, de imaginar su vida tal como es. ¡A mí nadie me engaña!
Y mi madre dice que son tonterías… Que es una locura y manía mía. Qué las apariencias nos hacer equivocarnos. Y que eso es imposible. Y se empeña en contradecirme.
Y yo le contesto que no es cierto y que cuando vi a la de la Charcutería embarazada, sabía que iban a ser gemelos y que el marido entraría en shock y que los niños saldrían adelante con la ayuda de los suegros, que iban a ser los que se iban a involucrar…
Y ella sigue insistiendo que son tonterías. Que eso es pura casualidad… Pero le digo que no…
Y le cuento lo de Trini, la vecina del quinto. La que la despidieron del trabajo y la vi entrar en el portal tan triste aquel día… y como salió todo, lo del accidente de coche y lo de su internamiento en una unidad de tetrapléjicos.
Y ella sólo repite que la pobre no tenía más posibilidades. Y que bebió de más y cogió el coche… y que es justo lo que no se debe hacer.
Pero ella no para de discutir conmigo y negarme la evidencia. Que tengo un don. Y que soy capaz de aventurar e imaginar lo que le puede pasar a los demás tras observarles y analizarles.
Y mamá solo repite que así no puedo ir por la vida. Definitivamente: ¡no aguanto a mamá! No es capaz de ver lo más evidente.
II
Estoy en al autobús. Lo cojo en la Zona Escolar. Al lado del Conservatorio. He salido de clase de italiano. No tengo muy claro porque estoy matriculado en italiano. Supongo que pienso algún día irme a vivir a Roma.
En el autobús viaja mucha gente joven. Son las cinco de la tarde. El autobús está lleno de estudiantes. Hay un chico joven en el que me fijo. Es guapo, moreno, alto, delgado… lleva a la espalda una funda que guarda una guitarra. El “clásico” del Conservatorio. O sea, un artista.
Y ya no puedo evitarlo. Imagino su vida. Lo miro y mi cabeza está escribiendo su guión. Es alegre, divertido, romántico… y además sonríe a la chica que lleva enfrente de él. Está claro que le gusta gustar. Le gusta saber que es atractivo y que puede enamorar. Sonríe también a la que acaba de subir en la nueva parada. Es sensible, y supongo, que de amores difíciles. No dudo nada en averiguar su vida; estudiante mediocre, le cuesta el Bachiller, pero un artista. Toca muy bien la guitarra y escribe versos. Capaz de enamorar a cualquier mujer.
III
Mientras estoy en el autobús, me doy cuenta que estoy realmente enfadado con mamá. No paro de discutir con ella.
Mientras tanto, sigo observando al chico de la guitarra. Estoy seguro que tengo razón en todo lo que supuesto de él.
El transporte se acerca a la Ronda de Outeiro, muy cerca de “Ferrio”, la famosa pastelería de los sándwich de miga. Siempre me fliparon. Son lo máximo.
Veo que él se levanta. Debe ser su parada. Y de pronto… como si fuera una obligación del destino, decido seguirlo. Necesito corroborar que lo que me imaginé es cierto.
Bajo detrás de él. Le sigo a distancia. El no es consciente de mi presencia. Y de pronto, frenta a la terraza del “Zumolandia”, una chica le sonríe. El se acerca y la besa. En los labios. Se abrazan y se sientan… Y él, cumpliendo el destino, le entrega un papel escrito que ella lee con ternura para volver a abrazarle.
IV
No puede será…. algo me paraliza. No me queda claro porque mi novia, Belén, está besando a aquel chico con tanta pasión.
Lo único que me queda claro en aquel instante es que mi madre quizás no esté tan equivocada y que acaso no soy tan perspicaz como creo…
¿O será que las madres tienen un don para averiguar ciertas cosas?
No sé… tengo que volver a reflexionar sobre mi perspicacia.
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