ETERNO

 Todos los días, al acabar la clase de matemáticas y antes de empezar la de sociales, David cogía el bolígrafo rojo y le pintaba un corazón en la parte interior de la muñeca. Amalia hacía los mismo con la mano izquierda de él; pero el color era azul y el símbolo, el infinito. Así pasaron los últimos años de Primaria y parte de la Secundaria jurándose a través de la tinta un amor eterno que cada día desaparecía al llegar a casa y al tener que lavarse.

Pero nada hay eterno. Los derroteros de la vida los alejaron y hace ya muchísimos años -desde el Bachillerato- que no han vuelto a coincidir. 

Hoy David acude a una entrevista de trabajo.  Mientras espera observa las personas que circulan por el pasillo que le da cobijo a su ansiedad. Esta es la oportunidad que desea. Son muchos años de ocupaciones que no le hacían justicia

Al fondo puede comprobar como una elegante mujer, con una blusa verde sin mangas, se sirve un capucchino de una máquina un café. Le parece conocida pero no quiere parecer grosero mirándola fijamente. Observa que en su muñeca hay tatuado un pequeño corazón rojo.

Serían demasiadas coincidencias. 

En cualquier caso él se baja los puños de la camisa con cuidado. Aun le duele un poco el tatuaje que se hizo hace una semana. Aquel símbolo del infinito. Ese que intentó explicarle a su mujer que representaba el amor eterno.

 

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