MAS QUE PI

Creo que fue lo más bonito que nunca le he dicho a nadie. Ahora, en ocasiones, digo un te quiero, o un "mi cielo"... Y en alguna noche loca me he atrevido con algún sustantivo más locuaz e ilustrativo siempre apoyado en un generoso calificativo o acompañado por adverbios de cantidad o adjetivos indefinidos...

Pero nunca he vuelto a repetir tanta poesía condensada en dos sentencias. Nunca... y no podré olvidarlo jamás.

Era abril. La clase monótona, escuchaba al profesor mientras la lluvia amenazante golpeaba con fuerza las ventanas.  Como don José Luis no había venido por la tarde, nos habían juntado a las dos clases en el salón grande para no perder la sesión de matemáticas. Yo intentaba repasar las fórmulas de las áreas de los cuerpos planos; rombo, romboide, rectángulo, trapecio, polígonos regulares, círculos... buscaba sentido a las diagonales mayores y menores, la mente saltaba de apotema a perímetros, radios y diámetros se amontonaban... y fue entonces, cuando sonriéndome con ese pícaro gesto que tanto te identificaba, me  pediste que te dejara copiar el problema... y yo, armándome de valor, te dije lo que llevaba años deseando decirte: que tenías más encantos que decimales Pi y que juntos haríamos pequeño el Triángulo de Pascal... Tu me miraste raro, y me distes las gracias por haberte dejado la libreta. Seguía lloviendo y sonó el timbre para irnos.

Sin duda... fue lo más bonito que nunca le he dicho a nadie. Pues no puede haber nada tan infinito ni tan real, ni tan pleno.

¡Qué pena que no volviésemos a coincidir en clase de matemáticas! ¡Y que pena que tu fueses por letras!

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