UNA NOCHE LOCA

Sin duda, fue una noche especial. Entre nosotros hubo una conexión única e irrepetible.

La guardia estaba siendo tranquila, monótona diríamos e incluso aburrida hasta que ella llegó. Sus ojos azules, la esbeltez de su figura, esa piel tan tersa y delicada, los senos firmes y prietos, esas piernas atrevidas. Para mi fue un descubrimiento del Paraíso y eso que no era un novato en la materia. Ya había conocido otras muchas mujeres, de todas las edades y condiciones. Pero nunca nadie me había cautivado de esa manera... Y naturalmente, hice mi trabajo mejor que nunca y aquella fue una noche maravillosa.

Pero ahora todo se ha salido de madre. En toda la mañana es la tercera vez que se acerca a mi para recriminarme mi proceder. E incluso ahora, enfadada, me grita que le estoy dedicando demasiado tiempo a esta oronda señora de 58 años, morena caucásica, que acaba de llegar. ¡Cómo si tuviera que deberle explicaciones!

No lo he dudado. La he acostado en la camilla y he cerrado su cajón con llave. Confío en que localicen pronto a los familiares y le den un entierro ágil. Ya estoy harto de que controle mis autopsias... cómo si tuviera derecho a hacerlo.

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