PERFECCIÓN
La he visto. Como tantas otras veces. La he visto y me ha mirado. La he visto e incluso me atrevo a afirmar que parece que me ha sonreído levemente. Un instante de complicidad, de grandioso hechizo, de extraordinaria luminosidad.
Y cuando nos hemos alejado, su sombra siempre elegante ha llenado la acera de miles de cadáveres. Los cadáveres de mis infinitos deseos de admiración; los cadáveres que en su agonía persiguen, locos y absurdos, la completa perfección escapando de mi para precipitarse al vacío cuando ella asoma su excelencia de mujer.
Un suicidio colectivo en aras de la belleza plena.
Un suicido maravilloso.
Un suicido dulce y apasionante...
Un suicidio que espera una resurrección en la nueva aparición de la perfecta imagen.
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