SELECCIÓN NATURAL
Fue hace una semana. Al lado de la piscina. Al atardecer. El día era plomizo y las nubes sosegadas y quietas parecían sostener el cielo.
Entonces vi el cadáver. Era una paloma. Una de las muchas que solía acercarse a beber a la pía, que siempre con agua, daba un toque de frescura y sabor pétreo al verde jardín.
No me previno especialmente la figura del animal muerto sino sus entrañas abiertas y expuestas que sugerían que no había sido una muerte natural.
Tres días más tarde, en la misma zona, debajo del porche encontré al gato. También exánime y también desangrado.
Pero lo que más me ha llamado la atención es que ayer nuestro perro, un fornido rottweiler, también apareció muerto.
Hoy he invitado a mi suegro a tomar unas olivas con una cervecita fría en el jardín aprovechando que la tarde está bonita y corre algo de fresca. Se ha quedado dormido y lo he dejado descansando.
Me he ido para casa y he cerrado la puerta. Mañana comprobaré si es tan solo una lógica selección natural.
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