PAREJA
Hice como todo. Ni más ni menos.
Hace mucho tiempo que es lo habitual y no iba a ser yo la excepción. Nunca me he mostrado muy original ni me ha gustado ser diferente, no soy nada peculiar.
Por eso, llegado el momento, también escogí la que más se ajustaba a mis preferencias.
Y la verdad, entre los diversos perfiles a las que podía optar, saber que hablaba varios idiomas, que le gustaba la poesía y el cine negro y que poseía amplios conocimientos de arte, me parecieron argumentos suficientes y muy sugerentes. Naturalmente también se mostró enseguida como una perfecta ama de casa, cocinaba aceptablemente y sabía escucharme cuando salía muy agobiado del trabajo.
Pero las últimas confianzas que se ha tomado están empezando a causarme cierta alarma e inquietud. A veces, insiste en compartir lecturas conmigo en el dormitorio y, en ocasiones, me acaricia la mano cuando me sirve la cena... y, hoy mismo, me ha despertado con un beso -eso si, ¡muy casto!- pero, un beso en los labios.
Y, aunque insisto en que no me desagrada su presencia pero... eso de intimar tanto con una robot me sigue costando mucho. No estoy cómodo del todo.
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