TRES DÍAS

 Habíamos prometido que serían sólo tres días. Nos pareció un Universo. 72 horas enteras. Tres amaneceres y tres anocheceres.

Y los llenamos con excesos. Risas profundas, miradas cómplices, caricias robadas al universo del deseo, palabras amontonadas entre recuerdos pintados de infinitos colores, entregas eternas, suspiros anhelantes... y cuando quisimos comenzar a contar el tiempo ya se había acabado.

Habían sido tres días. 

Prometimos que no habría lágrimas, ni desasosiegos, ni vergüenzas, ni arrepentimientos, ni un resquicio para el dolor por muy sutil que se mostrase.

Y supongo que lo lograste. 

Yo sigo mintiendo, y cuando en las tardes de otoño alguien me pregunta por mi mirada perdida en el horizonte niego con la cabeza esa intensa agonía que me ahoga el alma desde que desapareció el tiempo en aquellos tres días. 

 

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