UN YERNO TONTO

¡Quién me lo iba a decir!

Yo, que siempre fui un culo inquieto, que me moría por pasear y conocer y visitar. Ir y venir a todas partes. Inquieta y apasionada como el amor primerizo. 

Y ¡a dónde llegamos !....

Yo... que siempre tuve a mi hija por una mujer de altura, con los valores que sembré en su formación y educación... que fueron muchas tardes de charlas y lecturas piadosas, y conversaciones interminables con Doña Pilar, la directora del colegio de las Carmelitas, para que no me la juntara con Rebeca, la hija de los divorciados... que aunque ricos se veía que eran de moral relajada.

Y ahora aquí, quieta y aburrida, viendo pasar el tiempo sin poder moverme... y aun encima, contemplando como la pelandusca de mi niña, en quién yo tanto confiaba, se ha vuelto una meretriz y cuando su cornudo marido no está en casa -lo que sucede todos los días a partir del desayuno- la muy fulana retoza con su personal trainer (dicho sea de paso, un bombón cubano que ya me hubiese dado a mi alguna alegría más hermosa que aquellas tristes noches que me ofrecía el pazguato de mi marido, en paz descanse, tan bueno en el trabajo y para la familia como inútil en la satisfacción del placer femenino... pero no se puede tener todo en la vida).

Y que seguro que en estos lances amatorios extramatrimoniales impropios de la moral exigida a una dama como mi hija algo tenga que ver el haberse desposado con un papanatas como mi yerno. ¡Qué ya se lo dije yo al casarse, que tenía que espabilarlo o se iba a aburrir mucho!... Claro, y ella me sonreía mientras yo pensaba que estaba ideando las formas de espolear a esa alma cándida que llevaba al altar... ¡No!... lo que la muy guarra estaba pensando era en como cubrir sus "necesidades"... Que ahora es el apolíneo y bizarro cubanito, pero antes fue su monitor de yoga -un asiático que dejaba corta la relación de posturas del Kamasutra- y previamente aquel decorador argentino que -haciendo honor al dominio de la lengua del que hacen gala esos pibes- llenaba de metáforas a la niña mientras la iba conduciendo al clímax.

Vamos que ella se dirige camino de los avernos, disfrutando de todos los placeres carnales, y yo condenada a observar ese desmán moral... y en ocasiones, tampoco voy a mentir, muerta completamente de envidia.

Y la culpa de todo... del yerno ñoño y memo... de ese idiota que cuando tuvieron que decidir que hacer con mis cenizas insistió e insistió en conservar la urna en el salón de casa... "Así siempre tendrás cerca a tu madre, que tanto te quería"... y la libertina de mi hija, que vio ahí la solución de cualquier desmán, allí me tiene, junto al aparador.... y yo contemplando quieta y encerrada el devenir de la lujuria.

 Con lo que bien que yo hubiese estado esparcida por el océano, bañándome todos los días, o enterrada en un camposanto hablando y cotilleando con los de las tumbas contiguas... 

¡Un cretino... mi yerno es un completo cretino!


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