ESPERA

Se ajusta el traje y se contempla en el espejo mientras esboza una triste sonrisa. El vestido es de encaje blanco, con detalles delicados de pedrería que capturan la luz en cada movimiento. El corsé se ajusta a su figura, resaltando su cintura, mientras que la falda, fluida y de capas, cae suavemente hasta el suelo, creando una estela de elegancia a su paso. En su cabello, recogido en un elegante moño bajo, se adorna con pequeños pétalos de flores blancas que complementan una imagen de pureza. Un velo largo, casi transparente, cubre levemente su rostro, y sus ojos parecen querer brillar. En sus manos, sostiene un ramo de flores frescas, con tonos suaves de rosas y lirios.

Y como cada sábado, desde hace seis meses, se sienta a esperar en el sillón de su habitación por un pretendiente que no vendrá. 

Luego, con el atardecer, se desvestirá con desasosiego y pena, y colgará con cuidado en el armario todo su atuendo. Abrirá su cama y se meterá entre las sábanas con la esperanza de que llegue pronto otro sábado en el que haya alguien esperando por ella. 

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