NUESTRA VIDA

 La señora Flora asegura, con extrema rotundidad, que nunca se ha metido en la vida de nadie. Recuerdo que fue lo primero que me dijo cuando me mude a su edificio y estaba subiendo las cajas con mi hermana. Al apoyarlas en el descansillo, ella se asomó y, ofreciéndose a ayudarnos, se mostró cariñosa y atenta al tiempo que se nos presentaba.

Ella fue la primera que me trajo galletas cuando al tercer día de vivir allí discutí con Jairo, quien por entonces era mi chico.  

"Tú, haz tu vida... sin darle explicaciones a nadie". me lo dice mientras barre la vereda mirando fijo a mi ventana, como si fuera parte de sus obligaciones cívicas. Sabe a qué hora salgo, con quién llego, cuántas veces pedí Delivery esta semana y que al del martes "ni propina le diste, pobre muchacho".

Cada vez que la cruzo, me saluda con una sonrisa de abuela tierna y cariñosa, pero siempre me lanza una frase casual:
—¿Otra vez sola, mi niña? Se nos va a pasar el arroz…
O la clásica:
—¿Y ese amigo nuevo? Muy moderno él, ¿eh? Le sobra tatuaje y le falta un buen corte de pelo.

Lo gracioso es que jura que no es chismosa, solo “sociable y atenta”. 

En cualquier caso, esos días monótonos en los que el tiempo se escapa sin que tengamos la sensación de que haber vivido han dejado de preocuparme. Yo ya lo tengo claro... lo que yo no viva, lo vivirá la Señora Flora por mi... para eso es, nuestra vida. 

Comentarios

Entradas populares