CONCIENCIA DE FAMILIA

 No es su padre aunque ella le llama papá con la característica ternura infantil y se sube en sus hombros -alegre y confiada- con la seguridad con la que un piloto hace volar un Boeing 747.

Mamá tampoco es mamá aunque le prepare los baños espumosos calentitos después de un agotador día de parque y le haga esas tortitas con nata y chocolate que son pura magia.

Ni su hermana es su hermana, a pesar de compartir juegos y ropa y secretos.

Ni su casa es su casa aunque sea el lugar más confortable que pueda existir, el paraíso de la seguridad donde refugiarse.

Nadie es nadie pero todos tienen la conciencia de ser una gran familia.

O acaso sí es su padre, y su madre, y su hermana... y sí es su casa... y que más da que en aquella larga recta alguien se hubiese quedado dormido y hubiese obligado al vehículo que circulaba en sentido contrario a maniobrar bruscamente para acabar estrellándose brutalmente contra los árboles.

Y para calmar conciencias no hay nada mejor que hacer callar el llanto de aquel bebé que sobrevive milagrosamente en el asiento de atrás de un automóvil teñido de tragedia para darle una segunda oportunidad en otro lugar lejano. Conciencia. Conciencia de familia 

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