PROCESO DE ADAPTACIÓN
Hoy ha sido el día clave. Ha sucedido algo que me ha mostrado claramente que mi proceso de integración en esta sociedad se ha culminado con éxito.
Cierto es que al principio me pareció una empresa compleja. Me costaba mucho aceptar algunos hábitos y costumbres rudimentarias y primitivas, especialmente esa extraña tendencia que muestra esta especie hacia la violencia y la descalificación. Profunda agresividad física y verbal que, curiosamente, no sólo se manifiesta ante los enemigos sino que también posee una extraña simbología con el afecto y el cariño. Y así acontece que cuando encuentras a un amigo, a alguien a quien quieres mucho, para mostrarle respeto y admiración debes golpearle fuertemente la espalda con las palmas de tus manos como si quisieras romperle su columna vertebral mientras le gritas en un tono elevado: "Eres el puto amo, con los cojones de un toro... me cago en tu madre".
Y que decir de los hábitos culinarios que algunos denominan exquisiteces y que consisten en comer pescados crudos, carne empapada en sangre, intestinos de crustáceos, o las patas de un animal asqueroso al que llaman cerdo y que vive entre lodazales.
Y esa extraña, extrañísima forma que tienen de reproducirse. Juntar cuerpos húmedos empapados en un líquido fétido que denominan sudor, mientras juntan sus bocas y las lenguas lamen las pupilas gustativas, al tiempo que lo que llaman órganos genitales encajan en unas extrañas posturas para moverse en acelerados golpes y jadeos absurdos... para acabar mezclando líquidos... ¡que asco!
Pero bueno, me he ido adaptando, algunas cosas me han costado más y otras aun no las acabo de aceptar, pero hoy ya puedo decir que soy uno más de su especie.
Hoy he obtenido el feedback del microchip instalado en mi cráneo desde el que recibo toda la información de mi planeta JADES 6s-214-O, en la lejana Galaxia espiral Messier 51.
Ha sucedido en el momento de acostarme después de un día duro. Para meterme en cama me he desnudado como suelen hacer aquí los que se integran en el denominado sexo masculino. Debo aclarar que aquí la especie se diferencia biológicamente por condicionamientos físicos pero esa inicial clasificación puede variar según el sentimiento de atracción, deseo o personalidad de cada uno. El sexo masculino es mucho más rudo, más primitivo, más bruto. Pero es el que me tuve que integrar en mi expedición planetaria.
Decía, pues, que mi tendencia masculina me obligaba a desnudarme de una forma especial; generalmente tirar la ropa al suelo, aunque la camisa, después de mirar la zona de las axilas -zona peluda en los hombres por donde aparece mucho sudor- debes decidir si puede valer para otro día o también debe ser tirada al suelo. Después debes quitarte calzoncillos -prenda que rodea las nalgas y el aparato genital- y calcetines. Fue entonces cuando sentí una extraña atracción, un deseo irrefrenable; inconscientemente, acerqué ambas prendas y las olí. Una aspiración profunda... Intensa... Estaban sucias... Era necesario tirarlas al suelo para lavarse. Pero debo reconocer que no me disgusto mi propio aroma "varonil".
Pero el culmen del éxito en el proceso de integración llegó cuando, desnudo, me tape con las sábanas en la cama. Sentí esa percepción, muy humana, de descanso y relax y de pronto, mis tripas, como si surgiese una voz de mi interior, también se relajaron y comenzaron a emitir unos sonidos estentóreos que acabaron con el placer absoluto de la expulsión de algo semejante a un gas extraño, etéreo, inmenso. Tras esa primera expulsión, se sucedieron otras, todas con ciertas añoranzas a las alubias con chorizo que había comido aquella noche. Y fue real, tan real... que levanté las sábanas y sumergí mi cabeza en el interior del habitáculo. Y un absoluto placer me invadió, aquella enorme pestilencia olía divina... fue un momento íntimo y personal grandioso. Y me di cuenta al momento. ¡Ya era un humano!
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