MIS RUTINAS
De lunes a viernes trabajaba en la fábrica. De nueve a seis, con una hora para comer. Luego había que recoger a los niños en las actividades. Las cenas y los baños... y claro, los deberes.
Los sábados tocaba batallón de limpieza por la mañana, comida familiar y paseo por la ciudad. En ocasiones, nos atrevíamos a cenar. Esas noches siempre acababan encontrándonos apasionadamente al amanecer, cuando la madrugada asomaba.
Los domingos eran días de plancha, de fútbol y de remiendos.
Y así un año tras otro hasta, como dice la canción, ponernos viejos.
Hoy me ha parecido que algo raro acontece. Los niños ya no están. Han hecho su vida. Y Manolo se acaba de jubilar en su trabajo. Ayer fue sábado y, en vez de limpiar los cuartos de baño y las habitaciones, fuimos a dar un paseo y a comer fuera. Después se nos ocurrió lo del cine y al llegar a casa nos amamos infinitamente, casi como dos adolescentes.
Me he despertado y lo he mirado... a mi lado. Ayer me hablaba de viajar, de recuperar el tiempo pérdido, de vivir...
Me he angustiado. No lo dudé.
He bajado, he cogido la tabla de la plancha y el montón de ropa del tendedero. He sacado la camiseta y la bufanda del Depor y se la he colocado en la entrada para que recuerde que hoy debe ir a Riazor y he rebuscado en todos los cajones los calcetines que tengo que zurcir... he buscado incluso en el arcón donde guardaba la ropa vieja...
Hay tareas que hacer y una rutina que es mi vida.
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