ORGULLOSOS

Se ha atrevido a hacerlo. Después de tantos años de silencios ingratos y dolientes. Allí está. Frente a ellos, dando la cara. No quiere bajar la cabeza, no se siente arrepentido de nada. Ellos, sus hermanos, también le habían hecho mucho daño. Primero con la herencia de mamá y luego con ese constante desprecio que le mostraban en todo momento y situación, dejando claro que él no era verdaderamente de la familia.

Pero han pasado veinte años y no quiere que el tiempo imponga el silencio definitivo. Por eso está allí. Frente a ellos. Dispuesto a poner un punto y final a esa infinita separación.

Pero pese a que observan sus lágrimas, y escuchan su voz entrecortada... pese a que, tras mucho esfuerzo, el acaba reconociendo que no debió cortar los frenos del coche, pese a que se rebaja a pedirles perdón... ninguno le contesta. Nadie le dice nada. Nadie lo conforta. Ni una sola palabra asoma...

Puñeteros orgullosos. Siempre han sido unos puñeteros orgullosos, incapaces de reconocer un error, incapaces de perdonar.

Recoge las flores, escupe sobre la tumba, y pisa las velas sobre la lápida gris que contiene los nombres de sus hermanos.

Ni muertos son capaces de mostrar algo de humanidad. 

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