EN LA FRONTERA

 No vamos a negar que habíamos bebido. Sobre todo Nacho y Sabela. Pero últimamente se les va mucho la olla. Son una pareja adorable, y se entienden y se quieren con locura, pero viven cada día como si fuera el último de sus vidas...  Y tengo que reconocer que me encanta estar con ellos, por esa extrema inquietud por estar siempre en la frontera... y porque, aunque lo niegue, Sabela me parece la mujer más hermosa del mundo... 

Vaya día... Muy, muy duro. Y eso de empezar por la mañana con gintonics era, desde luego, una exageración. Una absoluta exageración... y la tarde se prolongó... y de la noche que decir... hubo un momento en que no eramos conscientes de nada.

Por eso cuando me desperté esa mañana al lado de Sabela me quedé mudo. Sin palabras. Los dos desnudos. Me levanté en silencio, sin hacer ruido, intentando que no se despertase y me dirigí al cuarto de baño. 

Para mi sorpresa vi en la ducha a Nacho. Aunque estaba de espalda sabía que era él. Ese inconfundible tatuaje encima de la nalga derecha lo delataba.

Cogí mi ropa y me escapé. Necesitaba huir con urgencia de aquella casa.

Ha pasado un mes desde aquella noche. He intentado no volver a verlos... Y no me lo están poniendo fácil. Sabela me manda audios desconsolada porque se ha dejado con Nacho. Me pide que hable con él. Dice que lo ama con pasión... 

Y Nacho no deja de mandarme corazoncitos... y de pedirme que quedemos para tomar un café... que tenemos que hablar... que se le han despertado muchas cosas...

Malditos gintonics y maldito afán por vivir en la frontera.

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