ES MI OBLIGACIÓN
Por la tarde. Es el momento ideal. Mejor, mucho mejor, cuando regresan del colegio o del parque.
Es un encanto observarlos.
Les he acabado cogiendo tanto cariño. Aunque debo reconocer que desde el primer día ya me encandilaron son esas grandiosas sonrisas y esa pureza de espíritu.
Son alegres, tiernos, dulces y además -frente a otros niños de su edad- no muestran pataletas ni berrinches, ni la más mínima rabieta en un mal día.
Y hay que añadir que son muy imaginativos y, en ocasiones, hasta me parece que son conscientes de que los observo en su habitación mientras comparten juegos y secretos.
Estoy absolutamente conmovido con ellos. Por eso se que me va a dar mucha pena tener que tirar a su padre por la ventana la próxima noche en la que se asome a fumar un cigarrillo. No me puedo olvidar que soy una presencia diabólica y que esta ha sido siempre mi casa.
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