ADIOS

Hoy está muy raro. En vez de abrirme la ventana y sonreírme, como hací todas las mañanas, simplemente ha retirado los marcos de las fotografías que teníamos de aquella excursión a los Alpes y se ha ido sin decir nada.

Pero lo más extraño llegó después de comer. No entro sólo en la habitación. Lo acompañaban dos fortachones, con cara de bulldog, que comenzaron a deshacer la cama y a a meter todas mis cosas en enormes cajas marrones.

Yo he intentado hablar con él pero no me ha dado la más mínima oportunidad. Desde hace días, semanas incluso, no me dirige la palabra. Ni me mira, ni tan siquiera quiere estar en casa conmigo. 

Todos mis intentos son vanos. Me ha dado la espalda y ha bajado las escaleras llorando, como alma en pena, y luego se ha sentando en el porche de casa con la mirada pérdida en la tarde.

Y observo que van metiendo en una furgoneta las cajas y muebles que, deshechos, van vaciando mi habitación. Está claro que me quiere echar. Y mis aspavientos y quejas son en vano.

No lo puedo permitir y de nuevo me acerco hasta papá. Pero ahora si me doy cuenta que no me quiere escuchar. Cuando llora nunca escucha. Nunca ha sido capaz de hacer dos cosas a la vez. Y ahora tiene los ojos inundados en lágrimas mientras observa una esquela con mi nombre. 

Comentarios

Entradas populares