OBJETOS PERDIDOS

 He estado en la Oficina de Objetos Perdidos que tiene el Ayuntamiento en los bajos de la plaza principal. Realmente sólo tenía que cambiar algunos enchufes de la vieja instalación eléctrica que ilumina aquellas grandes salas, pero era toda una semana de trabajo y allí, al menos, estoy a refugio y el invierno está siendo especialmente crudo este año. 

He aprovechado para curiosear. He visto cientos de paraguas en perfecto estado, bicicletas, carteras y maletines, sombreros y libros. 

Encontré también un blanco y acolchado vestido de novia, con su plástico de cubrición y su etiqueta. Un nombre y una fecha. Andrea, 07/11/2005. A su lado, como si se tratase de un macabro juego del destino o como si el empleado público de esta Oficina quisiera reírse de la vida, se mostraba una sencilla urna funeraria repleta de cenizas.

Volví a mi trabajo. Al llegar a casa besé de forma especial a mi mujer, con tanta pasión, que me apartó y me preguntó si había bebido algo con los compañeros.

Luego, mientras cenábamos no dejaba de mirar a mis hijas y, mientras recogíamos la mesa, les prometí que este año por fin iríamos en verano a Portaventura.

Tengo que invertir en mi futuro. No quiero que me olviden fácilmente.

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