EL PODER DE LA LECTURA
-Ni te acerques a ella. Y menos que le cojas los caramelos.- y luego añade, insistiendo con un tono agrio-Dices que no puedes comer dulces.. que tiene muchas caries.
¡Cuántas veces ha porfiado mamá en que evitásemos el contacto con la señorita Pili!
Desde que llegó al barrio hace un año todos son desplantes. Desplantes de mi madre, desplantes de la portera, desplantes de Araceli -la de la panadería-, desplantes de las madres de mis amigos...
E insisten e insisten, con una machacona terquedad, en que no nos acerquemos a ella. Que es una hippy y una desvergonzada, descarada, fresca... incluso procaz. Esto lo repite mucho Doña Clotilde, la amiga de mamá que es sobrina del párroco, y que siempre utiliza un vocabulario muy refinado. Y aunque nadie de nosotros sabe lo que significa procaz, la primera vez que lo afirmó -con enorme contundencia mientras se persignaba y elevaba los ojos al cielo- nos dejó absolutamente impresionados. Procaz debe ser terrible... peor que llamarle a Anselmo, el de 5º A que siempre se está chuleando, "tontolaba" o "cara culo".
A veces, en el parque, las madres nos tapan los ojos o nos giran la cabeza cuando ella sale del portal y las oímos refunfuñar, entre susurros, mientras nos mandan a jugar al arenero: "que si esa forma de vestir, que si tanta sonrisa, que va más pintada que un cuadro, que si lo enseña todo, que mira como no tiene sostén, que vaya apariencia con ese pelo, que si siempre con el cigarrillo en la boca, que si es una atrevida y una fresca, una caradura y una deslenguada...
Yo no sé que ha hecho tan mal la señorita Pili para que todas las madres la odien. Solo sé, que cuando mamá está en Misa y yo voy con papá al bar, damos un largo paseo y siempre pasamos por la librería donde ella trabaja. Y no es la primera vez que papá coincide allí con otros vecinos, todos hombres, a los que de pronto se les ha despertado un enorme afán lector; siempre hay alguien comprando el periódico, o alguna revista de pasatiempos e incluso algún libro.
A lo mejor es por lo que dice el cura que nos da el Catecismo y que, cuando se enfada que suele ser todos los días, siempre nos habla del Infierno y nos recuerda que "hay que leer menos y rezar más".
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