QUIROMANCIA

 Un charlatán de feria. Un embaucador. Un cuentista que era fácil de adivinar entre aquel gorro de fieltro azul con estrellas doradas, su capa plateada y aquella bola de cristal encima de la mesa que simulaba un ojo astral. 

Estaba claro que aquel farandulero lo que nos iba a decir era simplemente un puñado de mentiras intentando demostrar su infinita clarividencia.

Pero mamá se empeñó en entrar en aquella atracción después de haber recorrido todo el parque de la Feria de las Maravillas que llevaba anunciándose toda la semana; mansión del terror, montaña rusa, la mujer barbuda, casa de los espejos y hasta algodón de azúcar y caseta de tiro donde, por cierto, habíamos ganado un enorme oso de peluche negro.

"El Gran Marco, el rey de la adivinación" se anunciaba rutilante en su caseta amarilla flanqueada por un sinfín de banderolas de todos los países. En la entrada una esbelta pero algo ajada señora, con cierto olor a ajo en su aliento, te permitía cruzar el umbral tras el pago de los 5 euros respectivos.

Allá fuimos los tres. Papá y yo poco convencidos y algo cansados ya de tanta atracción ...mamá entusiasmada como si fuese una niña pequeña.

Uno a uno fuimos sentándonos frente a él, y haciendo uso de la quiromancia, nos leyó las líneas de las manos. Un verdadero charlatán; que si papá cumpliría su sueño y por fin dejaría de trabajar y se dedicaría simplemente a vivir y a disfrutar de los placeres terrenales; que si mamá satisfaría plenamente su afán viajero y vería pasar la vida; que si yo tendría en el futuro una profesión sorprendente y fantástica... un verdadero charlatán... sin ninguna duda. De hecho, al salir, nos reíamos haciendo planes sobre lo que nos había dicho aquel impostor, embaucador y tramposo parlanchín.

Recuerdo que volvimos a casa cansados y alegres. Había sido una jornada extraordinaria.Creo que fue la última vez que fuimos plenamente felices.

Un tiempo más tarde, papá que siempre llegaba triste y enfadado del trabajo, nos comunicó que lo habían despedido de la empresa a la que le había dedicado veinte años de su vida. Los intentos, todos infructuosos, por buscar un nuevo empleo acabaron agotando su entusiasmo y condenándolo a ser un borracho que buscaba en el alcohol el consuelo que la vida le negaba. 

Mamá tuvo que buscar faena para gobernar la vida. Después de varias ocupaciones consiguió un puesto de vendedora de seguros. Ella, que nunca había conducido, recorría diariamente todos las localidades del sur de Madrid: Navalcarnero, Colmenar, San Martín, El Escorial, Rascafría, Alcalá, Buitrago, Chinchón, Nuevo Baztán... Viajaba y viajaba sin parar de un lugar a otro y tenía la sensación, el fin de semana, que la vida se le iba sin vivirla.

Yo he visto en la página web del Ayuntamiento que regresaba la Feria de las Maravillas. Hoy me he presentado delante  de la carpa de el Gran Marco. Cuando he entrado, me ha sonreído y me ha mirado a los ojos mientras tocaba su bola de cristal.

No lo he dudado ni un solo instante:

-Vengo a aprender el oficio.- le dije con rotundidad, para añadir en un tono decidido.- Yo también quiero dedicarme a adivinar el futuro.

 

 

 

Comentarios

Entradas populares