MAGO
Surgió espontáneamente. Mi marido dice que influyó de forma decisiva aquel regalo de Reyes, pero yo estoy segura que apareció en él esa vocación como en otros surge hacerse sacerdote, o matemático o sexador de pollos.
Primero eran juegos de cartas; imposible adivinar si el As de Picas era la carta que habíamos escogido al azar. Después vinieron las palomas que se sacaba de la chistera o de los bolsillos del chaqué; y los pañuelos multicolores que conformaban un único tejido blanco; o los objetos que levitaban; o las predicciones que se cumplían, o la recomposición de aquel papel que tenía registradas nuestras firmas y que habíamos quemado en un cenicero.
Era Navidad y como negarnos al espectáculo que nos había programado. Además nos había pedido prestado dinero para encargar aquella urna de madera donde debía introducirse una persona. Pidió un voluntario y es cierto que mi cuñado había tomado varias copas de champán de más. Fue imposible evitar su entusiasmo. Además siempre fue un "bocachancla", el primero en opinar, en decir, en hablar...
Se introdujo en la urna y ante el asombro de todos, nuestro hijo Andrés -"El Gran mago Andy" como se hacía conocer- comenzó a a cortar la caja de madera con una enorme sierra.
Ahora, en pleno día 25 de diciembre, estamos limpiando el salón e intentando bajar a mi cuñado en bolsas de basura a diversos contenedores.¡Quien iba a sospechar que esta vez el niño se iba a equivocar!
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