NI CASO

Nunca me ha hecho el menor caso. 

En multitud de ocasiones pasé por delante de su despacho luciendo la mejor ropa que había encontrado en boutiques y  tiendas especializadas.

Recuerdo confirmar una cita mensual en la peluquería de Julia para tener todas las semanas el mejor aspecto.

Incluso llegué a contratar un preparador personal, adelgacé y estilicé mi figura.

En el colmo de la desesperación pedí un préstamo para someterme a una operación de aumento de senos. 

Pero el seguía sin fijarse en mi. 

Suponía que sólo tenía ojos para aquella delicada y rubia mujer que coronaba la foto de la mesa de su despacho al lado de dos hermosas niñas. 

Es por ello que ahora me dedico a buscar citas nocturnas que alivien mi tensión y satisfagan mi orgullo malherido.

Hoy, tras unas copas que podían haber sobrado, he decidido mandar a la mierda al idiota que pretendía manosearme. Demasiado músculo para un cerebro tan plano.

Cuando regresaba, me acordé que había olvidado las llaves de casa en la oficina. Subí confiando en que María, la chica de la limpieza, estaría allí. No parecía haber nadie pero la alarma no estaba puesta. Llegué a mi despacho y busqué la cartera azul donde siempre guardaba mis cosas personales. Fue entonces cuando lo escuché... al principio me pareció un leve rumor... luego, me sugería gemido.. y más tarde, no tuve ninguna duda.

Me acerqué al despacho de Álvaro. Era allí dónde todo sucedía... sabía que era él... era su voz. Y pensé en quien sería la afortunada.

¿Sería Alba, la nueva chica de prácticas que enseñaba más muslo que inteligencia?

¿Podría ser, Pilar, la contable, que desde su traumática separación solo tiene en la cabeza el sexo?

¿Sería su propia mujer?

Decidida a confirmar mis sospechas, y despechada por tantos años de espera infructuosa, abrí la puerta.

Solo pude confirmar que seguía siendo la voz de Álvaro pues estaba de espaldas, apoyado en el alfeizar del ventanal... pero a quien observé era al guardia de seguridad del edificio, a ese nuevo chico alto colombiano, que fornicaba con fuerza un trasero algo peludo.

Desde el pasado jueves no dejo de recibir flores y sonrisas llenas de complicidad de mi jefe. 

¡Que pena que se me haya escapado la pasión! 

Comentarios

Entradas populares