EMPANADA

Hago la masa con harina de trigo, un poco de levadura, pimentón dulce y algo de agua tibia. El aceite de olive virgen y la manteca de cerdo van de origen. Igual que la masa madre y el obligado volcán al que añadimos algo de vino blanco y el huevo y la sal. Todo ello forma parte del secreto básico, junto a amasar con alegría y entusiasmo.  Es importante que sea consistente y a la vez que no adquiera un gran espesor. Luego, yo, siempre boleo la masa, la unto con aceite y la dejo reposar cubierta con un paño limpio. Fermenta al menos una hora en una zona templada, alejada de corrientes, que ya decía mi madre que el aire nunca trae cosas buenas. Después, la parto en dos mitades, una algo más grande que la otra, y las vuelvo a bolear y dejar reposar.  Rodillo, algo de harina para evitar que se reseque y toca el relleno. 

Me encanta la de bacalao. Unas migas de buen bacalao, pimiento, la cebolla y el resto del sofrito. Mi truco consiste en añadir algo de tomate. La cubro, la pincelo con yema de huevo y hago los adornos y... lista. Me acerco al horno que lo tengo a 180 grados. 

Pero debo esperar, aun veo la cara de mi empleado, el que pidió el aumento de sueldo bajo la amenaza de que me iba a denunciar a Inspección de Trabajo. Está sonrosado y con las cebollas en la boca y los ojos bien abiertos. Pero aun le falta unos minutos para estar bien asado.

Después irá la empanada.


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