CARÁCTER

 Ella decidió el juego. 

Siempre lo decidía todo. No me permitía opinar sobre ningún tema, ni tomar ninguna decisión propia, ni sentenciar o concluir algo que ella antes no hubiese afirmado. Papá decía que tenía mucho carácter, pero era mucho más que eso: nunca podías contradecir a Elisa. 

Ella decidía sobre donde esconder la merienda que no nos gustaba, si los helados que nos compraban los días de fiesta tenían que ser de fresa o de vainilla, si veíamos la tele o nos entreteníamos vistiendo a las muñecas, si jugábamos en el tobogán o en el columpio...

Y aquella tarde, cuando fuimos a visitar a los primos a la aldea, también escogió el escondite. Y me insistió mucho en que aunque a mí me descubrieran no dijese nada sobre su escondrijo.

He cumplido mi palabra. Ya han pasado dos años y Elisa sigue sin aparecer.

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