LA OTRA REALIDAD
No deja de sonreírme mientras le habló sin parar de mi vida y mis asuntos.
Ella me mira absorta mientras le enseño imágenes en el móvil de mi último viaje a África para gestionar los asuntos de una ONG internacional.
Sabe que no puedo prometerle todo el tiempo de mi vida. Mis múltiples ocupaciones me trasladan, sin cesar, de un lugar a otro del planeta.
Ella alisa su melena rubia y acaricia mi mano mientras le doy un último trago a la copa de bourbon americano con un cubito de hielo.
Es hermosa. Muy, muy hermosa. Y el anochecer en este arenal colombiano de la Isla de San Andrés anima a la pasión y a la entrega.
Su vestido cimbrea y se le fija a la cintura movido por la brisa tropical, mientras hago una señal llamando al camarero para que nos traiga una nueva langosta y un champán francés.
Nos miramos fijamente, y sin mediar palabra, acerca sus labios a los míos. El beso anticipa la entrega que luego vendrá.
Y de pronto suena la sirena de la factoría. El turno de la tarde ha terminado.
Joder... ¡ahora que de verdad iba a comenzar lo bueno!...
El próximo día debo comenzar a imaginarme las cosas justo al salir del vestuario y antes de empezar la faena.
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